lunes, 3 de noviembre de 2014

Como le explicaría a mis alumnos que todos somos diferentes y que esa diversidad es enriquecedora:

¿Os imagináis que todos los profesores fueran iguales, todos explicaran igual, trabajaran igual, tuvieran el mismo aspecto? Pensad en las ventajas, estaríais acostumbrados a una forma de trabajo, una forma de explicar… ¿pero y si no fuera la forma de trabajar que a vosotros os va bien o la forma de explicar que os hace entender? No entenderíais a ninguno y con ninguno trabajaríais bien por lo que vuestros resultados no serían buenos.

¿Y si todos los alumnos fueran iguales, como clones? ¿Os imagináis cuando un profesor preguntara en clase? Todas las manos levantadas para decir exactamente lo mismo o ninguna porque nadie sabría la respuesta o pensaría algo diferente a los demás. ¿Y si siempre fueran todas las respuestas correctas? Nos haría pensar algo nuevo otras posibilidades. ¿Qué nos diferenciaría de los demás? Si todos llegáramos a ser ingenieros, quién llevaría el autobús de vuelta a casa, quién haría el pan que comemos todos los días, quién plantaría el arroz que comemos.

Menos mal que todos no somos iguales, no nos gustan las mismas cosas ni pensamos igual. Que cada uno de nosotros sea diferente es positivo para todos porque cada uno aporta algo nuevo y diferente en beneficio de todos.

¿Y qué ocurre con los que son diferentes a todos en su forma de pensar y de actuar? Todos sabéis que la tierra es redonda y que la sangre corre por las venas, ¿Pensáis que durante la historia de la humanidad esto siempre se ha sabido? ¿Sabéis cómo acabaron sus descubridores o los que conjeturaron con estas ideas? Solo por pensar diferente. Qué sería de nosotros hoy en día si no hubieran pensado diferente. Cuando limitamos formas de pensar o de ser diferentes a la nuestra, tal vez estemos limitando la evolución de la humanidad aunque sea un paso infinitesimal. En cualquier caso limitamos nuestra evolución como individuos al no aceptar que haya cosas diferentes.